Hay un idioma en la música, que trasciende las notas. Hay un sentimiento, en la música, que no
pertenece a ella. La música, el jazz en particular, tiene un encanto, una especie de dulzura, que no nace
con ella, sino que está dado por el músico.
Una cantante tocando lo inasible; un bajista en su mundo de seis cuerdas, feliz; un pianista, sorprendido
por su propio acorde; un saxofonista, insuflándole vida a su instrumento, ajeno a todo lo que no sea la
música. Y gracias a eso, a esa compenetración, al estar consubstanciados con el sonido, al no percibir ni
darle importancia a nada más en el mundo, transmiten algo que no está dado por una partitura, ni
puede ser percibido por los oídos. Es música, arte, sentimiento, pasión y vida que nos llega por los ojos.
Vemos la música y mediante esa experiencia visual, se enriquece su complejidad inherente. Hace que
cada note vibre en un plano superior, más completo.
No hay poses aquí. Ese lenguaje corporal, esos sentimientos que se traducen en gestos y movimientos,
es lo que trata de transmitirnos Eduardo Álvares en su serie Jazz en Blanco & Negro. Un trabajo realizado
durante un ciclo de jazz que tuvo lugar en el restaurante Blanco y Negro de la ciudad de Colonia del
Sacramento. Para quienes tuvimos la fortuna de presenciar algunos de esos shows, estos momentos de
música congelados en el tiempo que nos da Álvares, son un repositorio de la memoria. Para quienes ven
estas imágenes por primera vez, ojalá puedan llegar a imaginar los sonidos calmos y cadenciosos, fluidos
como un río, que es el jazz, sentir que se bañan en sus aguas y que lleguen a decirse, emocionados
quizás, “lástima no haber estado allí”.
Jazz en Blanco & Negro
2 Diciembre, 2011 - 29 Diciembre, 2011
Organiza:
Lentas Maravillas