En nuestro país las manifestaciones religiosas se han incrementado en los últimos años.
Los analistas señalan que el proceso que caracteriza a la sociedad no es el de secularización sino el de desacralización, que es la declinación de la influencia de la religión en la esfera pública de la vida moderna. En sintonía con este hecho, mundialmente hay una baja en la práctica religiosa.
Una reciente encuesta sobre Religión y Religiosidad revela que Uruguay, a pesar de ser considerado el país más secular del hemisferio occidental y meridional, el 60% de la población declara profesar alguna religión.
Asimismo se aprecia el surgimiento, de la mano de la tendencia regional, de nuevos cultos o derivados de religiones “tradicionales” que responden a necesidades espirituales que no están satisfechas.
Hoy día existen muchas personas que no profesan ninguna religión, pero que desarrollan alguna expresión de espiritualidad.
También hay personas que desarrollan la práctica religiosa en el ámbito privado y tienen creencias que no están asociadas a la religión que declaran profesar.
Las manifestaciones religiosas y espirituales en nuestro ateo país son diversas. Hacer foco en esa comunión, entre religión y espiritualidad, es el paseo gráfico que sugiere esta muestra.