El paraíso no existe
29 Octubre, 2011 - 31 Enero, 2012
Organiza: MUME / Taller Aquelarre

Hablar del exilio, es hablar también sobre viaje, sobre movimiento. Para que un movimiento tenga lugar (deplazar un cuerpo del punto a al punto b) se necesita un punto de partida, punto en el que se encuentra originalmente el objeto y un punto de llegada. No hablo de éste o aquel ni por azar ni por nacionalismos sino porque es la realidad que vivo y por tanto que conozco. Podrían haber sido cualquiera otros dos, o cuatro, o cien ejemplos. Pero es a través de la propia experiencia, los hechos vividos, que puede entonces el tema encontrar una voz. Permitirá tal vez; destripando lo que rechazo de aquí y de allá, lo que acepto de aquí y de allá, definir el concepto de identidad? Identidad, exilio; constante cambio, transformación, movimiento. Identidad, identico, uno. Paradoja: “uno” se desdobla, multiplica, transforma. Uno se compone de múltiples elementos. “Uno” no hay.
Vuelvo para hablar de mi, pero ese “mi” se transforma violentamente con un lugar que conozco y que me es ajeno. La dualidad de mirar la calle; todo es cotidiano, mío, natural, normal. No hay nada de extraño en esa luz, ese olor, esa temperatura, ese sonido; y sin embargo, me resta desconocido, ajeno, lejano. Como si la nostalgia pudiera encontrarse también en lo que tengo. Y la nostalgia de lo que tengo ahora me resulta
inmanejable, nuevo, me da miedo y confianza a la vez. Como comerse un chivito desde el recuerdo y no desde el ahora. Y lo que tengo ahora es también lo que perdí. Igual al miedo que produce el darte cuenta que estás enamorada, miedo a perder ese amor.